Sobre este Blog

He decidido finalmente hacer públicos mis Apuntes de Misión. Son experiencias de vida que me han marcado y que intento presentar resumidamente para hacer más ágil y amena su lectura.


SOBRE EL AUTOR
El presbítero Belisario Ciro Montoya, pertenece a la Diócesis de Sonsón Rionegro en Colombia y, asociado al PIME (Pontificio instituto de misiones extranjeras), desempeña su ministerio en Bangladesh. Ordenado diácono el 24 de junio del 2011, es sacerdote desde el 29 de octubre del mismo año.

Misioneros por decreto... divino


La Iglesia existe para evangelizar (EN 14) y por tanto los bautizados somos esencialmente y por naturaleza evangelizadores. Jesús nos llama para estar con Él y para enviarnos (cf. Mc 3,14), y todos por un impulso interior e ineludible somos empujados a comunicar a los demás el don que hemos recibido. ¡Ay de nosotros sino evangelizáramos!

Sin embargo, el vivir en un ambiente “cristianizado”, en una cultura “evangelizada”como la nuestra (Colombia), nos lleva a caer en la tentación de cerrarnos en nosotros, de no ver más allá de los limites geo o demográficos de nuestra Iglesia particular, de hacernos autorreferenciales olvidando el resto del mundo, es decir, a los más de 4.000 millones de personas que no conocen todavía a Jesús y, peor aún, a olvidar a todos aquellos hermanos que viviendo como minorías son perseguidos a causa del nombre de Cristo.

Como el Padre eterno ha enviado a su Hijo así el Hijo nos envía a nosotros (cf. Jn. 20,21). En efecto, una de las configuraciones originales del ministerio consagrado es la del que hoy llamamos Misionero. A él, a su vez, corresponde la imagen de una Iglesia naciente entendida como Camino, es decir, una Iglesia no considerada como una mole majestuosa pero estática, sino como un Sendero de horizontes siempre abiertos, como una realidad dinámica e inacabada, operante y de apertura universal. De hecho, antes que se constituyera un ministerio pastoral fijo y encallado en una comunidad singular, la primera conciencia e impulso de los que se consagraban a Dios, era la del salir hacía donde el Señor dispusiera, donde el Espíritu los empujara (cf. Hc20,22), dejando atrás familia, bienes y, en la mayoría de las veces, patria, y esto no por un tiempo determinado sino para siempre. Esta fue justamente una de las razones prácticas para el afianzamiento de la disciplina del celibato y la pobreza evangélica desde los primeros siglos.

Pero una Iglesia tan “particular” como Sonsón-Rionegro, bendecida con abundantes y santas vocaciones cristianas, es Misionera no solamente por vocación originaria sino por una obligación y una responsabilidad inevitables de cara al Señor y al mundo entero. Así lo hemos entendido y asumido Obispos y Sacerdotes a lo largo de estos 60 años de vida diocesena, y seguramente lo seguiremos haciendo.

El celo misionero sea pues el elemento que aglutina y robustece el ADN vocacional de todos.¡Ay de nuestra Iglesia diocesana sino evangelizara! ¡Ay de nosotros sino abrimos nuestro corazón y mente a una misión sin fronteras! Nos transformaríamos en simples burócratas de la religión, en guardianes de museos llenos de piezas hermosas pero inertes; admiradas y hasta ambicionadas por muchos, pero no dignas de ser amadas hasta el punto de entregar la vida por ellas.


Belisario Ciro Montoya, Pbro.