Son sentimientos encontrados lo que experimento. Por una parte, una profunda tristeza, pues amo este país y deseo continuar sirviendo su gente. Por otra, amargura y rabia, pues no he recibido ninguna explicación sobre el porqué de la negativa del gobierno.
Soy consciente que por ser un país de mayoría musulmana ya es tanto, en comparación con otros países musulmanes, el que haya podido estar aquí con una visa de misionero por todos estos años. Sin embargo, también sé que no he hecho nada reprobable, antes bien, he tratado de servir sin distinción de ningún tipo a todos y cada uno de ellos.
Acepto en la fe esta situación como voluntad de Dios y me pongo en Sus manos para lo que sea que vendrá.